jueves, 28 de mayo de 2015

Remiendos del Pasado

No sé cuando empecé a escribir, a llenar cuadernos y cuadernos con las historias y personajes que ocupaban (que aún ocupan) mi cabeza. Sólo sé que mi casa y la casa de mis padres están llenas y llenas de cuadernos.
No soy de relatos cortos. Me cuesta resumir, simplificar. Admiro mucho a la gente que sabe escribir microcuentos, por ejemplo. Me pasa mucho en Twitter. Pienso en un tuit y muchas veces tengo que acortarlo o descartarlo. Y leo algunos tuits... Maravillosos. Que erizan la piel, que me dejan hipnotizada...
¿Veis como me enrollo? A lo que iba. Toda una vida garabateando cuadernos, escribiendo diferentes historias... Cuando estaba en el colegio ponía el nombre de mis amigos a los protagonistas. Gran error. Todos querían ser el que más protagonismo tuviera. Mal. Y es curioso como con once años hablaba del amor como si alguna vez lo hubiera sentido. Aunque, bueno, con 15 años escribía alguna escena de sexo que ahora mismo leo y alucino.
Toda una vida escribiendo. Terminando diferentes "novelas". Sin llegar a convencerme ninguna. Y de pronto llegó. "Remiendos del Pasado". Una historia que surgió tras una conversación (Como muchas otras) con mi bajista favorito, Felix. Él entonces no lo sabía pero había puesto en mi mente la semilla de todo lo que vendría después.
A veces la inspiración llega de golpe. Y no puedes dejar de escribir. Y eso me pasó a mí. De pronto en mi mente aparecieron los personajes, la historia, etc... No tenía claro el final. Nunca lo tengo claro cuando escribo. Soy una loca que deja que los personajes le lleven al lugar donde ellos mismos quieren llegar (vale, esto ha sonado muy cursi).
La vida me llevó a dejarlo abandonado. Paralizado en algun rincón. No me arrepiento. Quizás no era el momento. No recuerdo quien dijo aquello de "Cuando la inspiración llegue, me pillará trabajando". A mi eso no me vale. No me lo puedo tomar como un trabajo. No puedo ponerle horario. De pronto algo me sacude, algo me recorre y las palabras salen...
Siempre escribo primero en papel. Eso conlleva que luego tengo que autotraducir mi letruja. Soy una clásica en eso. Qué se le va a hacer...
Así que un dia volví a reencontrarme con este escrito, sin nombre aún. Mientrás, había empezado una docena (o más) de relatos. Pero volver a encontrarme con esto personajes fue, para mi, un consuelo. Volver a enamorarme de ellos, volver a odiarles, volver a sentir esa necesidad de profundizar en sus vidas...
Y la historia volvió a cobrar vida. Todo se fue dibujando en mi cabeza. Se fueron uniendo las escenas. Todo cobró sentido y, de golpe, casi mientras escribía las últimas escenas, el nombre me sacudió. Y no tuve ninguna duda. Era el nombre perfecto. La manera adecuada de cerrar el círculo. Pero eso es otra historia.
¿Y por qué os estoy contando este rollo? Fácil. Tras terminar el libro, tras repasarlo mil veces (mi hermana dice que a mi me pasa lo que dice Cesar Rodriguez en una de sus canciones "Como escribiendo me expreso bien, sin contar la ortografía") y tras tener detrás un apoyo incondicional, me he decidido a autoeditarme. Asi que, señores y señoras, éste no es el comienzo de la aventura puesto que ésta empezó en aquella conversación pero es un nuevo y emocionante capítulo de la misma.
Espero que tengais ganas de acompañarme.