martes, 2 de junio de 2015

Beatriz

Tenía 5 años. Nueva ciudad. Nueva casa. Nuevo cole... Decir que recuerdo perfectamente como me sentía sería muy optimista o, quizás, soñadora... Pero sí recuerdo mirar hacia el patio del colegio, que entonces me pareció enorme, y no tenerlas todas conmigo.
No recuerdo quien me dejó en la fila. No tengo ese recuerdo. Sólo recuerdo observar el pelo rizado y castaño claro (para mí era rubio pero ella siempre se ha empeñado en decir que no es rubio, jeje). Recuerdo como le di un toque en el hombro, como se volvió, sonrió y, sin mediar ni una sola palabra, salimos de la fila y empezamos a correr, persiguiéndonos mutuamente, riendo a carcajadas como sólo pueden reir los niños...
Hoy, 2 de junio de 2015, Beatriz cumple 34 años. Atrás quedaron los parvulos, atrás quedaron esas carreras alocadas por el patio... Pero ahí seguimos. Sin necesidad de hablar para saber lo que la otra piensa; las dos niñas a las que los profesores en un alarde de imaginación llamaban "Zipi y Zape" (por nuestros respectivos cabellos).
Colegio, instituto e incluso Universidad en aquellos locos años en los que yo estaba convencida de que mi futuro estaba en las matemáticas (Aún las sigo amando pero más como hobby; lo sé, estoy mal de la cabeza)... Juntas. En un eterno ni contigo ni sin ti.
Atrás quedaron aquellas promesas hechas con sangre de ser amigas para siempre; atrás quedaron peleas a gritos, lloros e incluso puñetazos que solían acabar cuando alguien intentaba meterse y... Pobrecito.
Dicen que la vida pasa, que aleja a las personas... Quizás tengan razón. La vida te aleja de las personas cuando se lo consentimos... Porque yo me fui a vivir a Barcelona, estuve en Mozambique, otra vez en Barcelona... Y al poco de volver a Madrid ella se fue a Paris hasta el año pasado... Y aquí seguimos. Y yo sabía, y ella sabía, que sólo hacía falta una llamada de teléfono, un "te necesito" para coger un avión y estar ahí.
La vida pasa, es cierto. Y ya no somos esas niñas que daban vueltas y vueltas al patio, a las que tenían que separar en clase para que no estuvieran todo el rato charlando, las que con 10 años se perdieron en la nieve en el Pirineo, las que un año después organizaron una recogida de firmas para protestar por la comida del comedor, las que estudiaban y hacían a pachas los exámenes de filosofía, las que gastaban horas y horas en el peor antro de los bajos de Argüelles, las que probaron su primer porro juntas, las que fueron de bar en bar pidiendo el chupito más fuerte que tuvieran, las que empezaban las noches yendo al "Buho" a tomar un "S.A.", las que fueron juntas a comprar su primer test de embarazo (y al día siguiente, a la misma farmacia, a por unos condones)...
Ni siquiera somos ya esas mujeres que, estando yo embarazada, se echaron a llorar en pleno metro de Madrid cuando ella me dijo que también iba a ser mamá... El destino quiso que nuestros peques se lleven sólo 4 dias...
La vida pasa, nos cambia, nos hace evolucionar. Pero ahí estamos, 29 años después de aquel primer cruce de miradas, compartiendo risas y lágrimas, victorias y derrotas, sueños e ilusiones... Porque si algo tengo claro en esta vida es que yo no sería quien soy si no fuera por ella.
Hoy y siempre, gracias Bea.

1 comentario:

  1. Mira que es difícil hacerme llorar pero casi lo consigues... Pocos regalos mejores se pueden recibir que este relato

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